martes, 31 de marzo de 2009

La ultima entrada en mi otro blog... para justificar mi futura ausencia.

Se prendió de mi brazo de una manera aterradora y en sus ojos yo podía ver su furia incontenible; el hocico brillante me demostraba su ira y sus ojos caninos dejaban ver que no sentiría ningún tipo de piedad por mí.
Me desperté aterrado por ese sueño y llamé a Mamá para contarle y verificar el viejo libro de sueños el cruel presagio que ya me imaginaba. “Vendrán dificultades. Sea muy precavido porque tiene enemigos al acecho”
No pasaron tres lunas cuando dos tipos me abarcaron a solo unos pasos de la puerta de mi casa. El inconfundible olor a Givenchy que traía el más joven fue lo único que logré identificar de ellos y me hicieron volver sobre mis pasos para entrar en mi casa, amarrarme y comenzar a robar todo cuanto pudieron.
No sentí pánico; contrario a mi naturaleza no me desesperé; cuando me estaban amarrando las manos, unos dedos que pude sentir como regordetes temblaban con ansiedad tectónica… “No se asuste hermano – le dije tratando de ser algo amigable – si se asusta la va a cagar, hará las cosas mal”
Uno se quedó conmigo, el otro comenzó a hurgar todos los lugares del apartamento y llevarse las pocas cosas de valor que mi compañera y yo tenemos.
INVENTARIO DE PERDIDAS: 505 canciones escritas a través de 26 años (no lo demos como perdida total, algunas no eran tan buenas), cuatro acuarelas de Oz que pensaba comenzar a enviar a mis amigos, el dinero de los bolsillos, un cepillo de dientes nuevo.
El ladrón que olía a Givenchy miró las fotos de mi bebe en la pared. -¿Es su hijo?-. Si, le respondí secó mientras él miraba las otras fotos de mi familia. “Yo también tengo un hijo, se llama Santiago”.
No quise responderle ni decirle que mi bebé también se llamaba así, en esos momentos tenía indignación de escuchar como los cajones del armario de mi compañera de apartamento eran abiertos de manera miserable. ¡Yo no había opuesto resistencia! Les había regalado todo lo que tenia y además una sonrisa cuando me estaban amarrando. Que necesidad tenían de llevarse lo que no se les había dado. “No la roben a ella viejo – le dije con amabilidad genuina, no inspirada por el miedo – esa niña tiene que trabajar mucho por lo que tiene”. El ladrón que olía a Givenchy dijo que esa era su manera de ganarse la vida, pero que ellos también tenían corazón, que él no era malo, que además yo sabía que no me iban a hacer nada además de asustarme.
“Sus acciones están en las antípodas de lo que usted me está diciendo”.
El ladrón que olía a Givenchy no me respondió, pero sé que hoy habrá buscado en el diccionario la palabra antípodas.
INVENTARIO DE PERDIDAS. El reloj de oro que me heredó mi abuelo, la música pirateada durante tanto tiempo en mi reproductor de MP3, un computador con el que me gano la vida y unico contacto desde mi lejana galaxia con el mundo de los demás (ese es el fin de este post, que sepan a que se deberá mi larga ausencia. Ahora no tengo ni con qué comprar un tinto, aun asi, estoy sonriendo), el chanchito de monedas de mi compañera y todos sus relojes de pulsera.
Escuché al mas gordo y asustado cuando regresó a mi habitación y revisando mis nudos le dijo al ladrón que olía a Givenchy “Gran huevon, este man esta suelto, ¿no sabes hacer un nudo?” y comenzó a apretar de manera descontrolada las ataduras.
Mi hermoso lobo de peluche los miraba impávido a través de los destrozos de libros y cd’s mientras ellos preparaban la huida. ¿Ves ese muñeco que está ahí? - Le dije al ladrón que olía a Givenchy – Tómalo. Es para tu Santiago.
Él me miró aterrado y tomo el muñeco como si de repente fuese a volarnos a todos en pedazos. Mi miró con un gesto de piedad en los ojos y lo metió dentro de su chaqueta.
Les expliqué como salir, rogándole a todos los dioses posibles que no salieran ni las vecinas ni los niños, porque cualquier movimiento para ellos significaría era una amenaza.
No es ningún instinto mesiánico, pero contrariando a mi naturaleza me mantuve en calma. Contrariando mi naturaleza no les deseo que un tren los atropelle o que se les muera la Mamá… si aquel ladrón, que olía a Givenchy, era tan buena persona como yo creo que lo era, recordará mis ojos asustados cada vez que vea a Santiago jugar con mi muñeco de peluche.

sábado, 7 de marzo de 2009

Una actualizacion

Un amigo necesitaba un Oz un poco mas profesional y critico... yo trate de mejorar el trazo, pero conservando la esencia. Al final como que no fue suficiente, pero aqui se los dejo para los verdaderos dueños de Oz. (Perdonen mi ausencia por sus casas... el internet me tiene un poco alto del suelo por su lentitud)